¡Brutal concierto de Kiss en el WiZink Center de Madrid!
¡Qué ganas había! Era la primera vez que iba a ver a Kiss en directo, era el primer gran concierto desde que empezó la pandemia, y lo más importante: la compañía. Mis padrinos para este bautismo de fuego fueron Rafa y Manolo, “kissomanos” hasta la médula, que acudían ya por 7ª vez a un sarao de los Kiss, y que contaron conmigo para este último gran evento de despedida. Viejos amigos, con los que hace 40 años me inicié en este género musical, y con los que compartía gran pasión por los Kiss en particular.
Con estos antecedentes ya os podéis imaginar que este no era “otro” concierto más. Las expectativas estaban por las nubes, y creedme que todas quedaron más que cubiertas. Por mucho que hubiera gente que intentara cuestionar la profesionalidad de Kiss en vivo. Déjame que te cuente lo que vi, y si no te lo crees pincha sobre el título de cada canción, te llevará directamente a un vídeo de lo que pasó.
¡Vamos con la crónica!
Prolegómenos
Mucho tiempo sin ver tanta gente junta. Se siente el nervio del gran momento que se acerca, un momento histórico. Por la megafonía del pabellón suenan clásicos como Thunderstruck de los AC/DC, Panama de Van Halen, o Run to the Hills, de los Maiden, que la peña corea a todo pulmón. Parece que no soy el único con ganas de jarana.
Hasta que llega Rock and Roll, de los Zeppelin. Tras unos pocos acordes se apagan las luces. La gente irrumpe en un sonoro grito. Es inminente. Ya vienen. Cortan la música y un grave zumbido suena por los altavoces. En las pantallas a ambos lados del gran telón negro con el logo de Kiss una imagen del planeta tierra y un zoom directo hacia nuestras cabezas. Madrid. WiZink Center. Los Kiss recorriendo los pasillos hacia el escenario. El griterío es ya ensordecedor. Cuenta atrás para el clásico preludio de todos los shows de los neoyorquinos:
You Wanted the Best, You Got the Best!!! The HOTTEST band in the world!!! KIIIIIIIIIIIIIIISS!!!
Detroit Rock City
Se inician los acordes de Detroit Rock City, cae el telón a plomo, y ya tenemos en frente a Paul Stanley, Gene Simmons y Tommy Thayer, descendiendo en sus plataformas móviles en medio de un derroche masivo de pirotecnia. Al fondo, Eric Singer, muy sólido toda la noche, le saca punta a sus baquetas haciendo buen uso de todos y cada uno de los elementos de su drumkit. Solo con el primer tema y ya todo ha merecido la pena. Espectacular.
Sin pausa entra Shout It Out Loud, uno de los temas inmortales de los Kiss, y que ha formado parte fundamental de su repertorio durante años. No cesa la pirotecnia, que combinaba explosiones bastante sonoras con llamaradas hacia arriba, y desde la parte anterior del escenario al frente. Empiezo a pensar que si el show se mantiene con esta intensidad, en 60 minutos voy a estar muerto.
Stanley detiene esta vorágine para presentar Deuce. Nos vamos a 1973, fecha en la que se grabó este tema, prueba tangible de la longevidad de esta banda. En la pantalla al fondo del escenario imágenes de aquellos años, entrañables, te tocan la patata, el tiempo, de una forma u otra, ha pasado para todos por igual, muchas cosas han cambiado, pero la pasión por esta música sigue inquebrantable. Paso al frente de Simmons, que releva a su inseparable compañero durante este tema y el siguiente, War Machine.
De nuevo Stanley toma las riendas para presentar Heaven’s On Fire, y a continuación un tema con bastante significado para mí, I Love It Loud, el primer tema que escuché de Kiss, y posiblemente el tema que me atrajo a la perdición. Simmons cierra el tema con su ya clásica bocanada de fuego.
Stanley brilla incluso a oscuras
Stanley va a presentar Say Yeah, el tema más reciente de su repertorio, pero está a oscuras. Thayer y Simmons tienen que hacer señales al payo que lleva las luces para indicarle donde está el bueno de Paul. Y de 2009 vuelta atrás hasta 1974, Cold Gin, con Simmons a las vocales, especialmente cariñoso con Thayer, al que come a lengüetazos, como preludio al solo del guitarrista. Un solo que musicalmente aporta poco, pero en el que prima el espectáculo. 3 cargas de pirotecnia en el mástil de la guitarra son lanzadas hacia las plataformas móviles, que se balancean y se retiran hacia la cúpula del pabellón.
Por si alguien se había quedado un poco traspuesto durante el breve solo, llega uno de los momentazos de la noche. Lick It Up. Tiemblan las gradas. El WiZink Center a pique de venirse abajo. 10.000 almas dejándose la garganta con uno de los temas más populares de los americanos.
A continuación, Simmons pasa de “máquina de guerra” a “doctor amor” en Calling Doctor Love, y otro gran momento con Tears Are Falling, un tema poco habitual en el repertorio de los Kiss. Uno de esos pequeños grandes temas, y uno de mis favoritos, sonando con un bajo super-crujiente, una batería contundente, y una guitarra marcando los acordes muy secos, poderosos. Super-potente. Por desgracia conocía el setlist del concierto, si no con este tema se me habría ido la olla a pesar de la lumbalgia que arrastro desde hace una semana.
Llega un pequeño receso para acometer el sprint final con las fuerzas a tope: Psycho Circus, el solo de batería de Eric Singer (muy entretenido), y el solo de bajo de Simmons, que cierra con su número más gore. En esta ocasión los arándanos le chorrearon por el cuello antes de convertirse ahora en el “dios del trueno”…
Gene Simmons
Simmons es un toca-pelotas de mucho cuidado. Me lleva tocando las pelotas ya muchos años con sus gilipolleces: que si el Rock ha muerto, que si va a patentar el símbolo de los cuernos porque lo inventó él, …, dando cera a diestro y siniestro, con esa altanería y esa arrogancia que le hacen realmente insoportable. Su puta madre. Si es que va a resultar que tiene motivos para ser así, o mejor dicho, visto el espectáculo del domingo, nos da todos los motivos que necesitamos para perdonarle sus desmanes, y no solo eso, sino pedirle a Dio que siga así por muchos años.
Sus temas quizás no tienen la exigencia vocal de los temas de Stanley, que se suelen mover en registros más altos, pero aquí el amigo está a mes y medio de cumplir 73 tacos en ca pata. Y sus temas los clava. Y actúa. Es todo un personaje… su llamarada de fuego, ahora echando sangre por la boca, su bajo en forma de hacha, su kilométrica lengua… y, no menos importante, su atuendo es el más auténtico… ¿qué es eso de “hombre gato”? ¿O el “hombre del espacio”? ¿Starchild? Por favor…
Paul Stanley
Recientemente, el guitarrista británico de origen chino Herman Lee hizo unas declaraciones, carne de clickbait, en las que afirmaba que para él su guitarrista favorito era Kurt Kobain. No pude evitar leer el artículo. Lee argumentaba que al valorar un guitarrista no solo había que considerar su virtuosismo a la hora de tocar el instrumento. Me pareció un buen razonamiento. Bien, este rollo viene a cuento de que siguiendo las teorías de Lee, y tras lo vivido el pasado domingo, creo que Paul Stanley es actualmente (en mi opinión) uno de los mejores guitarristas del mundo.
Vi a Stanley administrar con sabiduría sus recursos, economizar esfuerzos, y brillar como él solo es capaz de brillar en los momentos en los que todos esperamos de él que brille. Cuando con sus 70 años puso su bota sobre esa argolla que le tendían del cielo, y guitarra a cuestas agarró ese cable que le dirigía sobre una tirolina hasta la plataforma situada frente al escenario, en la misma mesa de mezclas, no pude hacer otra cosa que sentir una admiración infinita por ese hombre.
Sprint final
Y así empezó Love Gun, con un Paul Stanley super-crecido, con todo el WiZink Center a sus pies. Ya en la plataforma, Stanley desplegó todo su repertorio de movimientos, a cual más estrafalario, …, esto en mi tierra solo tiene un nombre: PUTO ESPECTACULO.
Hemos sobrepasado los 90 minutos de concierto. Increíble. Y se han pasado volando. Y la cosa va a más, I Was Made for Loving You, de nuevo sorprendentemente potente, y con Stanley todavía en la plataforma, tocándose el pelo aquí y allá, y bailando como si no hubiera un mañana. El tema, que solo ponen unas 528 veces al día en Rock FM, fue coreado por todo el pabellón y la gente que pasaba por los alrededores.
Stanley vuelve al escenario para cerrar el show con Black Diamond, de nuevo con uso masivo de pirotecnia.
Bises
Sin mucho tiempo para descansar Kiss encaran los bises, y abren con Beth. Un Clásico que no siempre estaba en el repertorio de los shows de Kiss, salvo que Stanley y Simmons consideraran que el baterista era digno de interpretar este tema.
Con Singer en el frente del escenario, recibiendo una cerrada ovación por parte del respetable, parrafada de Stanley. Insiste en que han visitado Madrid 7 veces, que siempre les hemos recibido bien, y nos consideran una familia. Y en un gesto que me recordó al final del Señor de los Anillos, Paul nos dice que hoy serán ellos los que se inclinen ante nosotros, y los 4 sobre el escenario, tomados de la mano, se inclinaron ante el público madrileño. Sí, sé que esa acción se repitió seguramente en 200 ciudades que han visitado ya, y que es un paripé fríamente estudiado y calculado, pero no pude evitar ponerme un poco tontorrón con el gesto de los americanos.
Sin pausa para pensar demasiado, foto con el público y Do You Love Me. Desde lo alto del pabellón empiezan a caer globos blancos con el logo de Kiss. Y enganchan con el tema que nunca puede faltar en un show de Kiss, Rock and Roll All Nite: pirotecnia, globos, confetti, una auténtica orgía de efectos para cerrar uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida.
Una crónica estupenda de lo que vivimos en ese concierto. Como tú, mi primera vez en un concierto de KISS y no sólo no me defraudó, me encantó, y disfrutarlo con vosotros, lo mejor.
Gracias por pasarte por aquí Mar. La verdad que hace tiempo que Kiss ya no estaban entre mis bandas top, y no fui al concierto con muchas expectativas. A toro pasao: fue un concierto de la hostia. Y la compañía, como tú dices, inmejorable.